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Ressenya

Ricardo Piglia

Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices

Per Autor convidat
21.11.2016

En Crítica y ficción (Anagrama, 2001), libro imprescindible de entrevistas, Ricardo Piglia ofrece algunas claves sobre los diarios que empieza a escribir con dieciséis años: «Esos cuadernos se convirtieron en el laboratorio de la escritura: escribía continuamente y sobre cualquier cosa y de ese modo aprendía a escribir. Por lo demás, yo me inventaba una vida, hacía ficción y ese diario era una especie de novela: nada de lo que está escrito ahí sucedió de esa manera». 

En esta especie de novela, el protagonista es Emilio Renzi, alter ego del autor, que aparece en las introducciones de los dos libros publicados hasta la fecha –Años de formación (Anagrama, 2015) y Los años felices (Anagrama, 2016)– con el propósito de desarrollar el contexto de la época en que fueron escritos los diarios y la situación personal de Ricardo Piglia –o de Emilio Renzi, si se asume que los diarios rebasan el simple recuento de las acciones y los días del protagonista y se aceptan como un relato, escrito mientras acontece, de un autor que conforma su poética a través de un personaje llamado Renzi–. Así, Piglia recuerda que el inicio de los diarios fue un momento decisivo: «De este modo, ligué para siempre la escritura y la vida. Nunca me preocupó la idea de que la literatura aleja de la experiencia, porque para mí las cosas fueron al revés: la literatura construía experiencia». 

El segundo libro de los diarios trata sobre aquello que le aconteció entre 1968 y 1975; de modo que continúa el repaso de su biografía intelectual –«Como si la vida se fuera dibujando sin otro movimiento que el de la literatura»–, con un predominio de las entradas en que se reflexiona sobre los procesos formales que configuran la ficción; así, las citas de algunos estructuralistas y formalistas se intercalan con los encuentros del autor con amigos y testimonios de acontecimientos vividos o la descripción de la situación política de Argentina. Piglia va definiendo su poética al analizar las obras de otros autores –Cortázar, Arlt, Borges o Puig–, y descarta procedimientos y técnicas que utilizan, cuando asume la perspectiva de lector-escritor, y el escritor-lector convierte los diarios en una obra muy al gusto de Macedonio Fernández: «La obra en la que por fin el lector será leído». Así, Piglia reafirma que el lector ideal es el originado por su propia obra. 

En «Cómo está hecho el “Ulysses”», Piglia explica que las correspondencias homéricas fueron necesarias para Joyce al construir la trama y compara este procedimiento, de utilidad muy secundaria en el relato, con el armazón de hierro que soporta una escultura, oculto bajo esta. Asimismo, se puede considerar que la literatura es el armazón necesario que sustenta la experiencia social y personal de Ricardo Piglia en su búsqueda de un lenguaje, consciente de que todo puede convertirse en ficción: «La vida se completa con un sentido que se toma de lo que se ha leído en una ficción». Prueba de ello es el juego Piglia-Renzi como narradores coparticipantes de estos diarios: «Estoy pensando en un seudónimo y el doble como una manera no corporal del suicidio, perderse en otra identidad, desdoblarse, dejar que otro haga el trabajo sucio (por uno)». Aunque todavía está por decidir si Renzi hace el trabajo sucio de Piglia o a la inversa. 
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