El sumiller del siglo XXI ha dejado de ser aquella persona que ocultaba sus herméticos saberes bajo una verborrea plagada de galicismos difícilmente inteligible, porque en muchas ocasiones no había nada que entender. Hoy, una vez sustituido el anacrónico tastevin por copas de cristal diseñadas racionalmente, el sommelier se ha convertido en un profesional que aconseja y cuyo campo de acción ya no se reduce a restaurantes elegantes, sino que lo podemos encontrar en enotecas, grandes superficies, distribuidores o incluso entre nuestros amigos; es decir, el sumiller de hoy es un experto en la compra y venta del vino. Es por ello por lo que cualquier persona interesada y dotada de una mínima sensibilidad puede convertirse en un competente sumiller, ya sea como profesión o simple afición. Para ello deberá adquirir una serie de conocimientos específicos sobre la metodología de la cata de vinos, viticultura, enología, conservación y servicio del vino, y maridaje de vinos y platos, a los que añadirá, si desea convertirse en un profesional, conocimientos sobre legislación del vino y su comercialización.