Recorridos

Hans Christian Andersen

Y colorín, colorado ... y un cuentista consagrado

1805, Odense - 1875, Copenhague

Érase una vez un autor que quería ser famoso. Hans Christian Andersen se marchó de casa con 14 años dispuesto a encontrar un buen porvenir. Igual que muchos de sus personajes como la sirenita, la vendedora de cerillas o la chica de las zapatillas rojas, Andersen era una persona de fuertes convicciones, que llevaba sus decisiones hasta las últimas consecuencias. Quizá por esto sus cuentos son tan particulares, tan distintos de los de los hermanos Grimm o de Perrault, llenos de personajes maniqueos y constantes moralejas. En Andersen hay finales desconcertantes, inesperados en un cuento infantil: sufrimos cuando se prende la llama de la última cerilla y, esperando un milagro propio de otros cuentos, la niña muere plácidamente ante nuestros ojos, feliz de haber jugado su última baza; nos compadecemos de las burlas constantes que el patito feo aguanta estoicamente, convencido que su desgracia lo hará especial; maldecimos la suerte del soldadito de plomo... Son cuentos que nos sumergen en un universo triste, poblado de un realismo extraño a los cuentos de hadas pero lleno de heroísmo, del espíritu aventurero de su autor.