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La ecuación del arte

A pesar de su mala publicidad, todos tenemos claro que las matemáticas son útiles, necesarias, e incluso omnipresentes.

Nos permiten entender la forma de la naturaleza, desde la geometría fractal de un helecho o una coliflor romanescu hasta la genialidad gaudiniana. Alexandre Deulofeu, incluso, defendía una concepción de la historia en ciclos equivalentes a los ciclos naturales de los seres vivos en su obra magna La matemática de la historia.

Y paradójicamente, el arte, como expresión emocional de la humanidad, disfruta de una relación simbiótica desde tiempo inmemorial: los juegos visuales de los arquitectos de la antigüedad, la obsesión por la proporción áurea, las complejas perspectivas flamencas o las variaciones musicales.

De esta relación tan fructífera surge la exposición -del 17 de marzo al 20 de mayo- que se puede disfrutar en la Capilla de Santa Ágata organizada por la Real Sociedad Matemática Española (RSME), el Museo de Historia de Barcelona y la comunidad matemática local en la que nos proponen una mirada numérica y analítica de la forma y el patrimonio cultural y tecnológico de Barcelona.