Si alguien quiere conocer Diomira, Comala, Macondo, la Ciudad de los Inmortales, la Comarca, Basidra -la capital del "Imperio de los Cuatro Mares"-, la Isla de Utopía o la del Tesoro, no podrá hacerlo tomando un avión o un barco o simplemente descubriendo alguna instantánea de sus plazas, calles, playas y miradores en una revista de viajes cualquiera... Quien quiera conocer algunos de estos lugares, repito, sólo le queda una opción: leer -o releer- Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, Pedro Páramo, de Juan Rulfo, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, el cuento "Los Inmortales", de Jorge Luis Borges, contenido en El Aleph, El hobbit, de J. R. R. Tolkien, El eterno Adán, de Jules Verne, Utopía, de Tomas Moro, o La Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson. En efecto, la literatura está plagada de geografías imaginarias, de aldeas, pedanías, ciudades y localidades varias que sólo permiten ser recorridas al tiempo que el paseante devora las páginas del libro que las contenga. Como en una ciudad de verdad, cada uno de estos destinos lleva inscrito sus normas de circulación, sus mapas, sus habitantes, sus modos de vivir y, en definitiva, su universo, regido, por supuesto, por la profusa creatividad de sus inventores.
Les invitamos a continuación a explorar todos estos recónditos, pero no por ello sobrecogedores, territorios de imaginación y letras. Y, si se quedan con ganas de seguir explorando, tomen la Breve guía de lugares imaginarios, de Alberto Manguel, y sigan disfrutando, sin descanso, de la gran aventura de leer.