Les nostres recomanacions i propostes
Ressenya
Raúl Zurita
El día más blanco
Per Autor convidat
11.7.2016
Este Raúl Zurita que escribe en prosa nos pinta su vida con momentos nucleares, un paisaje tan brumoso e incierto como el del ensimismamiento. Nucleares por una cuestión etimológica: se propone mostrarnos la reflexión sentida de un hombre que se encuentra tumbado en un desierto de sal, bocarriba, con los brazos extendidos, “como si el planeta entero fuera su crucifijo”, mientras ve pasar ante sus ojos las imágenes que sustentan su biografía emocional. Y como el del ensimismamiento por una cuestión de método: su razón poética se propone, como decía María Zambrano, “convertir el delirio en razón sin abolirlo”. Esto es, el caos interior en algo expresable, como cuando, ensimismados, nos cubrimos de los haces que centellean en lo oscuro tapándonos los ojos con la mano, pero entreabriendo los dedos para no perdérnoslo.
Pero si bien el ensimismamiento es una estancia interior, no se puede decir que el protagonista de El día más blanco esté aislado. En su título ya se apunta que ese blanco del desierto de sal es uno con el blanco que surge en lo oscuro; uno propicia el otro, o el uno fecunda el negro. De ahí que el accidente geográfico que mejor pueda definir el estar del protagonista y narrador sea la península, esa casi-isla que no lo mantiene del todo incomunicado con su entorno, aunque el itmo desdibuje el blanco que está fuera y el que está dentro, multiplicándolos, haciendo que no haya un día más blanco que ese en el que vive y recompone lo vivido.
Un último apunte: antes que coloquial, el lenguaje que utiliza también es interior, y es que retuerce nuestro idioma como en la intimidad, se expresa en una lengua, más que materna, anterior, intrauterina, unida todavía a su familia, a su tierra, a su Dante. En todo el texto está a punto de nacer otro Raúl Zurita, ya está cegado por un blanco que siempre se nos muestra como el primero, pero nunca lo consigue. Lo único que nace es una belleza nueva de su intento.