Recorridos

El tedio

El desagrado por el mundo y el horror de la soledad

El tedio, la melancolía, el aburrimiento, el spleen o spline, l'ennui, los "vapores ingleses", el chagrin, el taedium vitae son las múltiples denominaciones para un "mal del siglo" que, indiferente al paso del tiempo, acaba siendo mal de todos los siglos.

Se trata, por supuesto, de una angustia vital ligada al devenir del viejo continente, con preferencia en Francia e Inglaterra, que, sorprendentemente, intercambian sus idiomas para mencionarla -spleen para los franceses, ennui para los ingleses, en un intento de extranjerizar el concepto, como si no fuera tanto una disfunción universal como una consecuencia del hastío al que conduce el inevitable cansancio de la civilización.

Desde la antigüedad clásica hasta el postmodernismo, la noción de tedio ha marcado transversalmente el devenir temático de la literatura: desde el fastiduum de Séneca, pasando por la tristitia de los místicos y los poetas medievales como Villon y Du Bellay, la monumental Anatomía de la melancolía de Robert Burton, hasta la casi apropiación francesa del concepto, a menudo acompañado de ingentes cantidades de alcohol, preferentemente absenta, y de anestésicas caladas a la pipa de opio, el spline de Diderot -considerado, sin embargo, como un mal típicamente inglés, ya se sabe, la niebla, la humedad-, el definitivo spleen de París baudelaireano y de ahí al tedio postmoderno más de domingo por la tarde que de hastío ilustrado de Houellebecq y Beigbeder.